domingo, 5 de abril de 2020

Las epidemias cambian, pero el miedo es el de siempre


Epidemias con temor eran las de antes?

El período de las grandes epidemias en el actual territorio que conforma Brandsen, al igual que en la Argentina, se inicia cuando se comenzaba a incorporar al país la economía del mundo como proveedora de materias primas. Hacía escasos 15 años que se había constituido como tal a través de una constitución, de la cual estaba ausente la provincia de Buenos Aires. En el período posterior los presidentes liberales Mitre, Sarmiento y Avellaneda, los que habían logrado sofocar los últimos intentos de sublevación de los caudillos del interior imponiendo la autoridad estatal, pensaban en un crecimiento de la economía argentina en base al desarrollo de la producción de productos primarios y por lo tanto intentaban incrementar la población mediante la inmigración europea.
Durante la segunda mitad del siglo XIX hubo cuatro grandes epidemias, la de cólera en los años 1867-1868, la de fiebre amarilla en 1871 que afectó directamente Buenos Aires y sembró el terror en la campaña, y nuevamente el cólera en 1873-74, en 1886-1887 y en 1894-1895. Estos brotes epidémicos generaron un gran impacto en términos de demográficos y sanitarios.
En el otoño de 1867 se desata la primera epidemia de cólera, que va a desarrollarse en la mayoría del territorio argentino comenzando con un contagio de escasa importancia en Rosario y Buenos Aires, pero en el verano de 1867-68 se produce el primer brote que se expande por varias provincias argentinas, siguiendo principalmente las grandes vías de comunicación. Esta primera epidemia tuvo consecuencias terribles para la población en varias ciudades, llegando a impactar fuertemente sobre la mortalidad y generando no sólo muerte sino terror en la sociedad. La defección de la medicina y del mismo Estado impotentes no pusieron a reparo a la población afectada para detener la marcha de la enfermedad, por ausencia de instituciones y organismos que fueron suplidos por formas de organización que solo paliaron las consecuencias.
11 de Marzo de 1871 Fiebre Amarilla en Buenos Aires – Chaco en ...
Traslado de enfermos en el Buenos Aires de 1871
En momentos que ingresa el cólera en Argentina, el país se encontraba inmerso en una guerra aliada a Uruguay y Brasil contra el Paraguay. Por lo tanto, se trató de un período caracterizado por choques armados, desarrollo poblacional creciente y tránsito importante, especialmente en la región del litoral atlántico. Los paradigmas que determinaban el accionar de la medicina eran los de la teoría miasmática, que postulaba que la enfermedad se producía como consecuencia de los miasmas (emanaciones nauseabundas de materia orgánica en descomposición) que llevaban partículas que al ingresar en el cuerpo humano provocaban la enfermedad y la teoría del “contagio” que tenía como premisa que la dolencia se producía como consecuencia del contacto de una persona enferma con una sana. Estas teorías que estaban más cerca de la magia que de la medicina científica determinaban también las prácticas sociales a la hora de evitar la enfermedad y la terapéutica médica que consistía, en la mayoría de los casos, en aislar a los apestados en lazaretos sin medios terapéuticos eficaces. Hacia 1867 el cólera había invadido las ciudades de Buenos Aires, Rosario, Corrientes, Entre Ríos y golpeaba también a las tropas del Ejército instalado en el Nordeste argentino como consecuencia de la guerra con el Paraguay. A fines de ese año invadía el interior de la provincia de Buenos Aires. En la segunda mitad del año el cólera comenzó a adentrarse en el interior de la Argentina, pasó de la zona litoral al interior y lo hizo simultáneamente hacia fines de 1867 ingresando en los partidos de San Fernando, San Isidro, Las conchas, Zárate, Exaltación de la Cruz, San Antonio de Areco y San Nicolás, llegando a Ranchos, Chascomús y Dolores, en la primera quincena de diciembre.
Si en la primera etapa el principal vector fueron los ríos que, llevando barcos y cadáveres en sus aguas, en el segundo fue esencialmente el hombre con sus actividades económicas el que generó la expansión del cólera. El rápido desarrollo del cólera en el interior de la provincia de Buenos Aires sólo puede explicarse a partir del desarrollo de un intenso comercio que generó una cadena epidemiológica capaz de trasladar el vibrión colérico siguiendo el mismo camino del comercio.
En ese entonces y hasta 1875, el actual territorio del partido de Brandsen estaba dividido en dos partes con jurisdicciones distintas, separadas como límite por el Río Samborombón. El sector al Norte del río Samborombón constituía parte del cuartel 3° y la totalidad del 4° del partido de Ensenada, el que incluía la estación Ferrari del Ferrocarril Sud. Al Sur del Samborombón pertenecía al cuartel 6° del distrito de Ranchos, el que incluía las estaciones Jeppener y Altamirano (ver plano del territorio en 1866).
En el inicio de la epidemia, ambos municipios se ponen en alerta y comienzan a articular los medios para frenar el avance de la enfermedad.
En el sector del actual Brandsen al Norte del Samborombón, como mencionáramos, perteneciente en aquel tiempo a Ensenada, la primera víctima fue denunciada al juez de paz Tiburcio Bustos, por el alcalde del cuartel 4°, Baldomero Abascal, el 19 de diciembre de 1867. Se trataba de José Chabas, quien había fallecido del cólera en casa de José Hita, el que había abandonado el cadáver en medio del campo, viéndose obligado luego a hacerle sepultar en el mismo lugar en que se hallaba, poniendo una señal para sacar después sus restos.
El 28 de diciembre, el mismo alcalde da cuenta que en la tarde anterior había fallecido del cólera Baldomera Barragán, no hallándose persona alguna que la quisiera sepultar, ni aun pagando quinientos pesos, encontrándose el esposo de la difunta en Barracas, y no queriendo nadie hacerse cargo del cuerpo. También informaba que tenía conocimiento de otro vecino que estaba por “expirar” atacado de la misma enfermedad, esperando se tomaran las medidas que requería tan terrible situación. Son los únicos tres casos registrados en el territorio de Ensenada que hoy conforman los cuarteles 1°, 2°, parte del 4°, 6° y 9° del actual Brandsen.
El municipio organizó las medidas para frenar las consecuencias tardíamente, a partir del 4 de enero de 1868. Recién ese día el municipio constituyó una comisión de sanidad compuesta por Patricios Ramos, como presidente; Pedro Vitali, como secretario; y Tomás García, Domingo Parodi, Tiburcio Bustos, José Durañona y Lucio Reyes, como vocales. En su primera sesión resolvió: 1° Que se trasladasen los cadáveres a un cementerio nuevo improvisado para el caso sito a unas 20 cuadras del pueblo y a inmediaciones del Camino Blanco. 2° que fuesen los cadáveres cubiertos por una fuerte capa de cal y rellenado el cajón con conchilla y que las sepulturas tuviesen dos varas de profundidad. 3° Que los abastecedores de carne hicieran la matanza fuera del pueblo y que enterrasen los restos de los animales que carneasen. Asimismo, los pescadores debían enterrar los residuos que les sobrasen de la venta, y de lo que charquearan. Prohibir la entrada a rodados y buques conduciendo familias, hasta cerciorarse por medio de un comisionado, del estado de salud. Prohibir el lavado de ropa o bañarse en las aguas de arroyos, en ciertos tramos. Dar cuenta inmediatamente a la autoridad de cualquier enfermedad grave, a fin de que el enfermo fuera rápidamente atendido. Vigilar los bañados y nombrar encargados de hacer cumplir estas disposiciones. Cuatro días después, 8 de enero, Se nombran comisiones en todos los cuarteles, propinándoles los remedios que recomendaban las autoridades provinciales de salud en todo el territorio: “1 frasco de licor anticolérico de las Hermanas de Caridad, 1 frasco de esencia de yerba buena, 1 frasco de gotas de Rubini, 1 frasco de untura de aceite de manzanilla, para las partes atacadas de calambre y un paquete de manzanilla para que se administrase como té, pero bien caliente.”
En Ranchos, por falta de dinero para enfrentar la crisis, la primera medida para enfrentar la crisis es suplicar el auxilio del gobierno provincial. Seguido se conformó una Comisión Sanitaria constituida por vecinos, que dependería del Consejo de Higiene provincial. La Comisión Sanitaria dispuso la apertura del “lazareto” de Zenón Bravo, encomendó el accionar del médico municipal Fulgencio San Millán y estableció un cordón sanitario entre las estaciones Jeppener y Altamirano, poniendo en cuarentena a los pasajeros que vinieran de Buenos Aires. A su vez recomendó a los vecinos a blanquear con cal todo lo que se pudiera y puso a disposición los remedios necesarios para el mal.
En los actuales cuarteles 3°, 5° y 7° de Brandsen, entonces 5° y 6°del partido de Ranchos, el primer enfermo de cólera registrado ingresó por el ferrocarril, bajando del tren en la estación Jeppener el 4 de agosto de 1867, siendo detenido e inmediatamente remitido al lazareto para cumplir con la cuarentena impuesta.
El 12 de enero, el juez de paz reitera la petición de dinero al gobierno provincial, enviando como emisario a Juan Garraz. Describía que las circunstancias en esa población eran cada vez más deplorables, contando a esa fecha con una mortalidad de 15 personas diarias, sin contar el mayor número de víctimas que se registraban en los cuarteles 2°, 3°, 4° y 7°; y que la Comisión Sanitaria había encargado a Juan Garay la compra de colchones, frazadas y catres en Buenos Aires que tenían que pagarse al contado.
Ya que era una enfermedad que se transmitió por las vías de comunicación, es evidente que el cerco sanitario dispuesto al ferrocarril funcionó para proteger a las poblaciones de Jeppener y Altamirano. Recién el 26 de abril de 1868, se creyó oportuno suspender la cuarentena ordenada en dichas estaciones para los pasajeros que venían de Buenos Aires, por considerarse que habían desaparecido las causas apremiantes de la peste por las cuales y como medida preventiva se estableció el cordón sanitario entre las estaciones Jeppener y Altamirano.
Algo se había aprendido de esta epidemia. Evidencia esto que el 22 de junio de 1870 el Consejo de Higiene Pública emite una circular a todos los partidos de la provincia aconsejando se designe un facultativo que con el título de “médico municipal” que desempeñe ciertas funciones indispensables en cada municipio de campaña como el de administrar la vacuna y mantener puro el preservativo de la viruela, practicar las necropsias convenientes, asistir gratis a los pobres, etc.
En Ranchos fue nombrado el doctor Emilio De Benerdinis, quedando en someter este nombramiento al Consejo para su aprobación. Emilio De Benerdinis se convirtió así en el segundo médico que actuó en Jeppener y Altamirano y el primero que lo hizo oficialmente.
Es 27 de enero de 1871. Tres casos fatales de vómito negro tienen lugar en el barrio de San Telmo en Buenos Aires. En reunión secreta, la Comisión Municipal convoca a un grupo de médicos que confirman el inicio de un brote de fiebre amarilla. Creyendo que pueden controlarlo las autoridades no dan la noticia. Sin embargo, no pueden evitar que la novedad tome estado público. No tardan en darse los debates en el ambiente médico de Buenos Aires entre los que piden medidas urgentes y los que le restan toda importancia. El asunto se dilata entre pujas y dudas sobre el diagnóstico. Mientras tanto la epidemia se extiende de los conventillos de San Telmo a otros barrios.
Llega marzo y el titubeo de las autoridades continúa.
El gobernador Emilio Castro cierra los saladeros, la Comisión Municipal permite el festejo de los carnavales, pero suspende las clases y ordena la formación de cordones sanitarios en las zonas afectadas. Finalmente, el Consejo de Higiene Pública, dependiente del municipio, emite instrucciones sanitarias a la población, designando comisionados y médicos.
La fiebre amarilla no llega al actual territorio de Brandsen a través de enfermos o muertos. Lo hará en una forma más sutil. Buenos Aires se paraliza y los llamados “frutos del país” dejan de comprarse. Las actividades de las estancias y sus intermediarios, los almaceneros, quedan prácticamente suspendidas.
Las epidemias de cólera de 1868 y de fiebre amarilla de 1871 en el actual territorio de Brandsen dejaron, más que muertos, una parálisis de actividades propias de no conocer sus orígenes. En su momento se creyó que ambas fueron originadas por “miasmas”. A la fiebre amarilla se culpó directamente a los saladeros, graserías incipientes y productos de la ganadería. Esto permitió que el territorio que sería Brandzen se poblara de esas industrias.
Los casi cuatro años que mediaron desde el inicio del cólera al final de la fiebre amarilla, detuvieron las actividades sociales y comerciales por el terror que generaron en la población y el desconocimiento de sus mecanismos de contagio.
Hoy nos queda el consuelo que el avance de la ciencia nos permite conocer perfectamente quien es el enemigo. Pero como pudimos apreciar, las acciones históricas de las personas no han variado en demasía.   

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