martes, 14 de mayo de 2019

Las denominaciones de espacios públicos vienen con incumplimiento de ordenanza, “certificaciones de novelas” y celebración del 25 de mayo.


Las denominaciones de espacios públicos vienen con incumplimiento de ordenanza, “certificaciones de novelas” y celebración del 25 de mayo.

Los nombres de los espacios públicos

Los nombres de las calles constituyen expresiones referenciales que se aplican a personas, animales, lugares o marcas registradas, para individualizarlos.
El ensayista británico Thomas Carlyle sostiene que “el nombre es el primer vestido que se le pone al visitante de la Tierra”. Esta identidad que nos da el nombre propio deviene en el apego que cada uno tiene al suyo. Los pueblos griegos y romanos estaban tan de acuerdo con esto que privaban a los esclavos de este derecho. Sensación que se mantiene en aquellos ámbitos en los que no nos sentimos reconocidos y sostenemos: “Ahí sólo sos un número”.
En el caso que tratamos, observamos que, en nuestro distrito, la idolatría, la obsecuencia y el histerismo que padecemos con manifiesta intensidad, el poder político local emprendió con la Memoria Histórica realizando acciones para imponer dos nombres a las más importantes vías públicas existentes. Parece que resulta tremendamente importante combatir la difícil coyuntura económica que atravesamos con la prioridad que supone imponer nombres de quienes solo los más lúcidos historiadores conocen con exactitud y profusión; y la precipitación y la incultura de los ediles precipita a poner nombres a calles de personas sin estudiar a conciencia sus fundamentos, por razones partidarias y políticas y sin consulta a las personas indicadas. Y esto no es nada, además, estas imposiciones no solo tergiversan la historia, sino que se hizo incumpliendo la Ordenanza aprobada el 21 de septiembre de 2009, la N°1389 sobre la imposición de espacios públicos, debido a que nadie se ocupó en adecuar.
Para aquellos que se enojen con mis afirmaciones, puedo decirles que mi tarea pública consiste en entrar en polémicas, inundar mi blog con disquisiciones que, como sé que pasará, solo me conducirá a dolores de cabeza, que se podrían evitar simplemente con atender otras cosas más importantes; pero no sería justo con mi trabajo como investigador histórico.
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La plaza Brandsen con los senderos que fueron humillados con los nombres impuestos
(foto de Argentina Turismo)
Y es aquí donde voy a entrar en esto de poner nombres a las calles, esos lugares donde el tránsito humano cotidiano ofrece la versión de la ciudad, de su historia, de su caminar en el tiempo. Si te paras a pensar en una de esas calles que recorres casi de continuo se puede advertir imágenes de antaño que te devuelven la vida de lo ya recorrido. Algo que solo tu mente puede ofrecer con la exactitud de lo que verdaderamente ocurría y advertías. Desde niño a persona adulta, las calles forman parte de tu propia historia.
En Brandsen no hay riqueza de matices de un mismo concepto cuando se propone empezar a examinar el nombre con el que se bautiza una calle por las normas aprobadas por el municipio. La importancia que tiene el mecanismo que se utiliza nos da una fiel imagen de la manera de ver el mundo que tiene el grupo político que lo impone, sin tener en cuenta que, como decía una voz autorizada: “las calles de un pueblo son como páginas de un libro de historia”. Y así es por cuanto que los nombres propios advierten del recuerdo y homenaje de personas ilustres, hechos históricos, entre las muchas posibilidades existentes. El problema radica cuando se utilizan fórceps para ello, solo para cumplir los deseos de ese grupo que los impone. Por esto se me hace evidente y concluyo que el ejemplo de las denominaciones representa y simboliza la manera como la burguesía oligárquica triunfante impone sus intereses.
Sea como fuere, lo cierto es que discrepo del hecho de vincular calles a nombres, por muy ilustres que hayan sido. Creo que la obra del ser humano debe quedar en su originaria aportación artística, intelectual, científica, política o de la índole que fuere, y en la necesidad de que las distintas generaciones lleguen a ellas y las saboreen hasta la saciedad. Por ello, me cuesta que se impida fotografiar una obra de arte o se dificulte el acceso a la misma, pues con ello lo único que se hace es quitar prestancia a su autor y a su doctrina u obra, aunque se quiera adornar de lo contrario. Lo cierto es que estas polémicas que de vez en cuando surgen con respecto a los nombres de las calles podrían fácilmente evitarse con un poco de más imaginación.
Mi recelo viene desde que puedo advertir que los gobernantes tienen –y muestran a las claras- sus inclinaciones, políticas por supuesto, pero también artísticas o ideológicas, de modo que su privilegiada posición hará que unas personas puedan brillar más que otras según el sitio en el que se plasme su nombre. En mi ciudad, por dar un ejemplo, nombres vinculados a lo académico, de los que fueran afortunados en el recuerdo, disponen de calles de categoría ínfima en el entorno urbanístico, mientras que otras figuras resaltan con emblemáticos nombres. Y no faltan en el panorama ejemplos de calles que lucen con nombres de personajes respetables y sin embargo están asociados a calles de mala o meridiana fama. Qué pena dar comprobar cómo pasan las personas por la vida en un completo anonimato, aun habiendo sido artífices de tantas y tantas hazañas en pro de la humanidad y la sociedad, en la cercanía de los pueblos y las calles, y no merecen más que su nombre figure –en su caso- en una lápida, como ciudadanos de segunda, tercera o sucesiva categoría, y otros, que por su legendario paso por el mundo, mantendrán viva la llama de su nombre hasta que los ediles del momento decidan borrarlo.
La historia también se cubre con lo que se ama y apoya, punto de inflexión sobre lo que una determinada sociedad persigue y quiere, no un grupo. Me atrevo a recordar ese artículo de nuestra Constitución que resalta cómo todos tenemos que ser iguales, sin discriminaciones. Un buen comienzo para solucionar todo este despropósito podría ser no hacer distinciones entre ciudadanos, solo para enorgullecernos en los aspectos que le son inherentes.


La Ordenanza Nº 1389, (Ordenanza amañada para que el entonces departamento de cultura municipal participe en la redacción de la ordenanza que impusiera una denominación.) es la de “imposición, designación, inscripción, nominación, o rotulación” de los espacios públicos provinciales y/o nacionales dentro del partido de Brandsen. Su Capítulo III, trata sobre el procedimiento de la denominación de los sitios públicos, es claro. El artículo 15º en lo que nos compete, dice: “… 4) Fundamentación de la propuesta. (Histórica, cultural, social, religiosa, etc.) c) La solicitud labrada según el inciso b) y por triplicado será presentada en el Honorable Concejo Deliberante de Brandsen, donde se sellará una (1) copia que quedará en poder del solicitante como constancia de recepción del trámite, remitiendo este Cuerpo otra al Departamento de Cultura de la Municipalidad de Brandsen. d) Recibida la solicitud en el Departamento de Cultura de la Municipalidad de Brandsen, ésta evaluará que la propuesta se avenga a las siguientes pautas: 1)… e) El Departamento de Cultura de la Municipalidad de Brandsen, invitará a las instituciones y/u organizaciones no gubernamentales con personería jurídica y/o reconocidas por esta Municipalidad como entidades de bien público, con domicilio real en el partido de Brandsen, interesadas en participar del debate sobre la denominación propuesta, debiendo agruparlas por localidades y barrios, geográficamente más próximas al inmueble a denominar, aplicando en todo caso el criterio más participativo posible. f) Actuará como órgano de consulta y asesoramiento, la Junta de Estudios Históricos del Partido de Brandsen… g) El Departamento de Cultura de la Municipalidad de Brandsen dispondrá de diez (10) días hábiles desde la recepción de la solicitud, para elevar al Departamento Ejecutivo Municipal un informe de carácter no vinculante, sobre la viabilidad de la propuesta, disponiendo el Ejecutivo Municipal de cinco (5) días hábiles más para informar al Honorable Concejo Deliberante sobre lo concluido.”
¿Como funciona hoy este mecanismo? Mal, ilegítimamente, contrario a la normativa. Ahora es así: La nota ingresada al Concejo Deliberante es enviada al departamento ejecutivo, luego es enviada al departamento de cultura quien sin intervención la envía a la Junta de Estudios Históricos. Esta envía lo resuelto al departamento de cultura quien la eleva al departamento ejecutivo y este la devuelve al Concejo Deliberante. El Concejo Deliberante vota y listo. Simplificado el trámite y teniendo un Ejecutivo desinteresado, un Deliberativo y una Junta de Estudios Históricos alineados políticamente, se concluye haciendo lo que dispone el poder político que maneja el Deliberativo. Este mecanismo “simplificado” comenzó a utilizarse desde hace muchos años, contabilicé, según me han comentado mis fuentes, desde su aprobación hace 10 años. Si tomamos este número podemos afirmar desde un punto de vista absolutamente legal, que podrían ser consideradas ilegitimas o nulas todas las ordenanzas donde se aplicó la 1389, desde 10 años atrás a hoy. Pero eso es cosa de abogados o jueces.


El caso de los senderos diagonales de la Plaza Brandsen es un excelente ejemplo para graficar como se imponen los nombres de los espacios públicos en Brandsen.
Hagamos crónica. Una vecina participó de una charla en el Museo municipal, donde se sobrevaloraban las figuras de los integrantes de la familia Sáenz Peña respecto a sus relaciones polifacéticas con el distrito. Entonces se le ocurrió que los nombres de dos personas de la familia, las supuestamente más destacadas, podrían ser utilizados para denominar los senderos diagonales de la plaza central de la ciudad. Los elegidos fueron Roque Sáenz Peña y su yerno, Carlos Saavedra Lamas. Presentado el proyecto, desató el sistema esperado. nació del museo, se presenta en el Concejo, se manda a la Junta sin estudio previo y serio vuelve y se aprueba. Todo un sistema para aprobar lo que “ya estaba de antemano aprobado”. (Amigos, Museo, Junta, poder político de mayoría. Todos respondiendo).
Lo irrisorio fueron los fundamentos de los proyectos de ordenanza.
Para Saavedra Lamas dice: En el visto: La notable figura del Dr. Carlos Saavedra Lamas y su estrecha relación con este distrito” y en los considerandos, entra en una serie de bondades sobre la figura del que se homenajearía y dice que “…Además, ocupó una banca como Diputado por la Provincia de Buenos Aires y por la Capital Federal. Que el Dr. Carlos Saavedra Lamas se casó con Rosa Sáenz Peña, y al fallecer Roque Sáenz Peña administro la parte del campo que le correspondía en el Partido de Brandsen, al cual concurría cada tres mes a pasar una temporada en el mismo; Que en el período de tiempo en que Carlos Saavedra Lamas frecuentó Brandsen gran parte de la población lo conocía porque él hacía compras en los distintos comercios de Brandsen, y era muy agradable y cortés; Que el nombre propuesto reúne los requisitos tipificados por la Ordenanza Nro 1389, que se refiere a la denominación de bienes públicos”. Respecto a los antecedentes utilizados no podemos obviar su trabajo como jurista, pero el resto utilizado para la denominación aplicaría casi a los de Julio Humberto Grondona, porqué no ponerle su nombre a un sendero de la plaza, si los concejales dicen que no es importante.
Para Roque Sáenz Peña, entre otras cosas dice: “…La figura del Ex Presidente de la Nación Roque Sáenz Peña, el cual fuera vecino y residente de nuestra comunidad… (…) …En enero de 1914 abrumando por sus dolencias y la oposición de sus adversarios se retiró a San Luis Beltrán, solicitando una licencia por tiempo indeterminado; Que con fecha 25 de febrero dejo su estancia, y se trasladó de Ferrari a San Isidro, donde falleció el 9 de agosto de 1914…”
Respecto a todo esto podemos afirmar que vecino no fue, residente ocasional y estanciero si, pero vivió de chico en Moreno 431 de Buenos Aires y de adulto en un palacete de Barrio Norte y luego en San Isidro. Si fue vecino, lo fue de Buenos Aires y de San Isidro, pero venía a visitar su estancia de Brandsen, que ni siquiera había adquirido, sino que recibió de herencia, vale decir que ni siquiera la eligió.
El 1° de abril de 2019 el Concejo Deliberante aprobó por unanimidad las Ordenanzas N.º 2021 y 2022, tan desastrosas son ellas que hasta el artículo 1º donde se impone el nombre de “Dr. Carlos Saavedra Lamas, dice “…hasta el cruce de las calles San Martín y Luis Sáenz Peña”. Acaso no saben los concejales que la calle no se llama Luis Sáenz Peña sino Sáenz Peña.
Ya que no hay que “educar al soberano” sino “al mandatario” ponemos unas acepciones de “vecino, a” de la R.A.E. 1. adj. Que habita con otros en un mismo pueblo, barrio o casa, en habitación independiente. U. t. c. s. 2. adj. Que tiene casa y hogar en un pueblo, y contribuye a las cargas o repartimientos, aunque actualmente no viva en él. U. t. c. s. 3. adj. Que ha ganado los derechos propios de la vecindad en un pueblo por haber habitado en él durante el tiempo determinado por la ley. U. t. c. s. 4. adj. Cercano, próximo o inmediato en cualquier línea.
5. adj. Semejante, parecido o coincidente.
La palabra más acertada para haber utilizado hubiese sido “conciudadano” que significa cada uno de los ciudadanos de una misma ciudad, respecto de los demás. Pero tampoco aplicaban a estos casos.
¿Qué tiene que ver todo esto con el 25 de mayo? Que parte de los actos es la colocación de los carteles con los nombres de Roque y su yerno. Todo cierra.
Y para terminar utilizo una frase que no es mía sino de nuestro vecinalista amigo Gabriel Canteros: “Quizás para Uds. no sea importante, pero por eso estamos como estamos”.

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