Creado el partido de Brandzen, a partir de 1876 hubo necesidad de
contar con un médico y farmacéutico como parte de la política para afianzar la
formación del loteo que se había elegido como cabecera.
Debido a la solicitud del Consejo de Higiene Pública, pidiendo
referencias respecto a los profesionales de la salud que actuaban en el
partido, esto es médico, farmacéutico o partera; el 12 de febrero de 1878 el juez
de paz de Brandzen contesta que “…no existe establecido
ninguno de los profesores científicos que se mencionan…” En ese entonces para que
los pueblos incipientes contaran con médico y farmacéutico, llamados entonces también
respectivamente curandero y boticario, los profesionales llegaban a los pueblos
y donde no los había, ofrecían sus servicios al municipio, o eran traídos a
través de conocidos de conocidos. El municipio los designaba ofreciéndoles subsidios,
sueldo y algún privilegio a fin de que instalen su residencia en el lugar. Era
común el ejercicio de la medicina por los “curanderos”, término que se aplicaba
a las personas que ejercían la medicina sin título habilitante, habiendo o no,
tenido estudios formales, lo que no estaba mal visto. Los curanderos, a falta de médicos
legalmente diplomados, llegaron a extender certificados de defunción. Es así
que llega al caserío de “Brandzen” el primer profesional de la salud; no es otro que uno de los curanderos del pueblo de San Vicente,
Juan Basso, un italiano de 42 años, nacido en 1837 que ejerció la medicina en ese partido,
quien en mayo de 1879 entabla conversaciones con las autoridades
municipales para la instalación de una farmacia. Ante la necesidad de su
instalación el Juzgado de Paz de Brandsen con conformidad de la Comisión
Municipal resuelve acordarle una subvención de 500 pesos mensuales. Basso
entonces se instala en Brandsen junto a su mujer Mariana, también italiana, y
sus dos hijos Francisco y Mariana.
El 10 de junio de 1879, el Juzgado de Paz le comunica a Basso que
se le había asignado la subvención durante el tiempo que el partido no tuviera
un farmacéutico con título, y siempre debiendo suministrar gratis los
medicamentos necesarios a las personas pobres a juicio de esa corporación. Duró
poco el acuerdo, el 6 de septiembre de ese mismo año, se le comunica que la
Comisión Municipal había resuelto suspender desde el día 1° la subvención
graciable que le fuera asignada. Para esta fecha los vecinos de Brandsen ya
contaban con la farmacia de Andrés Juul (padre) instalada en el pueblo vecino
de Domselaar, quien en pocos años residiría en Brandzen.
Ante un brote de viruela, a fines de 1879 el municipio de Brandsen
comienza a organizar la primera campaña de vacunación. Para ello se obtiene la
asistencia del médico español Adolfo Martínez Núñez, del pueblo de Lomas de
Zamora.
El 10 de enero de 1880, el juez de paz se dirige por nota al Dr.
Justo Meza, Administrador General de Vacuna Antivariólica, pidiendo la remisión
de algunos tubos con virus-vacunas, para una inoculación gratuita a los vecinos a realizarse desde
el domingo 18 de ese mes en el local del Juzgado de Paz, entonces en Paso y
Alberti, a cargo del Dr. Adolfo Núñez Martínez.
El 14 de enero el juez de paz envía la primera circular informando
lo planeado, el primer turno era para el alcalde del cuartel 1°, quien tenía
que hacer saber a ese vecindario que deberían concurrir a vacunarse. El médico
Adolfo Martínez Núñez fue así designado médico municipal, convirtiéndose en el
primer médico con título del pueblo y partido de Brandsen. Residiendo ya en
Brandsen hasta se lo propuso al gobierno de la provincia junto a Domingo
Castillo, el 24 de noviembre de 1880, para cubrir las vacantes de las renuncias
de Juan R. Lanús y Gregorio Silva como miembros de la Comisión Municipal. Un
año más tarde, 10 de enero de 1881, ante la requisitoria del presidente del
Consejo de Higiene Pública Dr. Don Manuel Porcel de Peralta pidiendo informe
acerca del número de médicos, farmacéuticos, parteras que existen en este
partido, el municipio contesta que en Brandsen existía un médico que ejerce la
profesión con títulos extranjeros, cuyo nombre es Don Adolfo Núñez Martínez,
único en la localidad, un farmacéutico cuyo nombre es Don Juan Basso, que
regentea su botica y cuyo título dice que lo obtuvo en Entre Ríos, el que no
exhibió porque lo tenía en la ciudad y que parteras no existía ninguna. A fin
de año, varios vecinos se acercaron al Juzgado de Paz para pedir que sus hijos
sean vacunados. El municipio solicita el 10 de enero de 1881 al Administrador
de la vacuna Justo Meza que envíe las vacunas.
Para abril de 1881, el médico Adolfo Martínez Núñez, ya no
trabajaba más en Brandsen y debiéndose hacer el reconocimiento médico a los
ciudadanos imposibilitados físicamente que debían ser exceptuados al servicio
de las armas, vale decir formar la Guardia Nacional, el municipio obtuvo la
asistencia de Oscar Bergman, un médico emparentado políticamente con los Frers
y los Van Domselaar, que solía visitar los campos familiares en la localidad de
Domselaar, partido de San Vicente. En agradecimiento por su tarea el 12 de mayo
el municipio le envía una esquela y un obsequio. El 6 de agosto se vuelve a
solicitar la vacuna contra la viruela para inocular a niños y adultos. Se
organiza una campaña de vacunación en las estaciones de tren y alguna que otra
estancia. Para su aplicación se volvió a solicitar la asistencia de Oscar
Bergman, quien a partir de ese momento comienza a prestar servicios regulares
en Brandsen. Luego será nombrado oficialmente, convirtiéndose así en el segundo
médico del distrito.
Un año más tarde, 4 de agosto de 1882, vuelve a organizarse una
campaña de vacunación, esta vez a solicitud “…del médico de esta localidad…”, Oscar
Bergman.
En noviembre de 1882, el médico Antonio Urcola se ofreció para
prestar servicios en el municipio y el 1° de diciembre la Comisión Municipal le
comunicó que aceptaría gustosa su ofrecimiento, siempre que presentase su diploma
que lo acredite como médico. Nunca más se supo de Urcola.
Para 1885 Brandsen nuevamente se había quedado sin médico por lo
cual desde Chascomús aparece para prestar servicios médicos Ramón Joaquín
Segade, médico y cirujano. Construida su casa, en Alberti entre Mitre y San
Martín, se instala con su familia en Brandsen y ese año de 1885 comienza su
actividad pública cuando es convocado por el municipio a conformar la “Comisión directiva del 1er centenario del Coronel Brandsen”, cuyo objeto principal era erigir el monumento al coronel
Brandsen en la plaza del pueblo, para el que fue elegido como su
vicepresidente. Segade se convirtió en el tercer médico de Brandsen, pero, su
actividad social y la cantidad de años de prestación profesional, lo erigieron
en el médico del pueblo.
La salud en el partido cierra un círculo cuando el matrimonio de
Margarita Ferrari y Andrés Juul deciden residir en el pueblo de Brandsen,
Andrés cierra su farmacia en Domselaar y la instala en
Brandsen. Es así que en 1886 Andrés Juul abre la segunda farmacia
en la historia del partido y la primera formal y estable, que bautizara como
Farmacia Inglesa.
El círculo de los profesionales de salud de la época se cierra en
1893 cuando se instala en el partido la primera partera de Brandsen, María
López, esposa del comisario Agustín Sosa Coronel, quien vino a nuestro partido
a hacerse cargo de la comisaría local, luego de la revolución de ese año. Para
1895 ya estaba instalado en el pueblo de Brandsen un nuevo farmacéutico,
Alfonso Antúnez.
Consolidando el sistema
Entre 1890 y 1920 se consolida en Buenos Aires un primitivo
sistema de salud, los rasgos más notorios fueron la mejora de la confianza
pública en prácticas e instituciones médicas privadas y muy tardíamente el
aumento de la presencia del Estado en el campo sanitario.
La expectativa de la población respecto de la salud iba creciendo,
pero las doctrinas y las políticas
oficiales enfocaban el problema sólo parcialmente. El hospital
estatal, ya plenamente “medicalizado”, era a su vez centro de educación
profesional y de asistencia a pacientes sin recursos. En el marco de esta evolución
de la medicina, la asistencia privada requería algo más que los consultorios y
las visitas domiciliarias a los pacientes con recursos. Comenzaron entonces a
desarrollarse los sanatorios privados, en su gran mayoría estructurados por
comunidades de extranjeros. El incremento de la influencia desigual que tuvo el
Estado sobre él, el pasaje de un sistema político de notables a otro basado en
la democracia de partidos, y la forma peculiar que adquirió, originaron desasosiego
y confusión entre la elite médica, con un punto de inflexión en los años
veinte. Entonces, la revista de los estudiantes de la Escuela de Medicina de La
Plata denunciaba: “…el uso de los hospitales por gente pudiente
en detrimento de los médicos y de la gente de pueblo que necesitaba atenderse
en ellos…”.
Ante la enfermedad, los pacientes de pocos recursos, que crecían
en número, tenían estas alternativas: el hospital estatal o el de beneficencia,
que en virtud de su carácter “para pobres”, les producía rechazo, o el privado,
que no podían pagar.
Miembros la elite médica pensaban que sus aspiraciones de
centralidad en política sanitaria no se habían cumplido, a pesar que sin llegar
a realizar transformaciones de envergadura, los gobiernos radicales tuvieron
una política de intervención activa relativa en los aspectos sanitarios; ya que
la salud pública, de carácter privado, estaba bien cubierta por la acción de
los hospitales comunitarios.
La
Sociedad Italia de Socorros Mutuos
En
Brandsen, los primeros grupos de italianos de los que tenemos registro llegaron
a partir de 1864 para trabajar como peones rurales en la estancia Santa María
de Oldendorff, donde protagonizaron entiendo la primera huelga obrera del país;
y como obreros de las empresas contratadas por el Ferrocarril del Sud para
construir la infraestructura ferroviaria.
En
1895 los ciudadanos italianos eran el 12.5% de la población argentina.
Como
en tantos pueblos de la provincia, los italianos se agruparon
institucionalmente abriendo además en el distrito la era de la organización de
instituciones como espacios de sociabilidad y solidaridad al crear la Sociedad
Italia de Socorros Mutuos. Bajo los objetivos de “Difundir el
conocimiento del idioma argentino e italiano y la cultura de ambos países.
Mantener vivo el culto de la gloria y tradiciones argentinas e italianas.
Fomentar vínculos espirituales y comerciales que unan los pueblos argentino e
italiano”, los vecinos Juan B. Casaccia, Francisco Trevisan, Miguel
Mignone, Juan Bautista Mainero, Carlos Crespi, José Cassano, Juan Longoni, Juan
y Domingo Berteri, Ramón Zampichiatti, Juan Bautista y Tomás Sargiotti,
Bartolomé Cuneo, Carlos Romagnoli, Antonio Aimetta, Bernardino
Granzella, José, Juan y Pedro Barales, se reunieron el 20 de septiembre
de 1891 para constituir una asociación a la que denominaron Sociedad Italia
de Socorros Mutuos.
Para
dar forma a la nueva entidad convocaron a una Asamblea General de asociados
para aprobar sus estatutos y elegir las autoridades para el día 4 de octubre de
1891, resultando presidente Juan B. Casaccia y secretario Francisco Trevisan.
Para
cumplir con la función mutual, inmediatamente lograron para sus asociados la
asistencia médica del Dr. Ramón J. Segade y la internación en los hospitales,
Italiano Humberto Primo de La Plata e Italiano de Buenos Aires.
Conferencia
de Señoras de San Vicente de Paul. El Hospital de Ancianos
La
Sociedad de San Vicente de Paul se instaló en Brandsen en 1892, con el nombre
de Conferencia de Señoras de San Vicente de Paul, era el grupo de señoras de la
Parroquia de Brandsen. La iniciativa puede ser atribuida a las vecinas Celmira
Rodríguez Machado de Segade, Luciana Llanos de Casaccia, Juana Llanos y María
López de Sosa Coronel.
La
Conferencia de nuestro partido estuvo integrada por las señoras Celmira
Rodríguez Machado de Segade, Luciana Llanos de Casaccia, Juana Llanos, María
López de Sosa Coronel, Rafaela Pita de Martínez, Dolores M. de Martínez Aleman,
Ventura R. de Pereyra, Paula S. de Cúneo, Saturnina Albarracín de Izeta,
Martina M. de Moraña, Bonifacia V. de Pita, María Mercedes Segade y María
Josefa Ruiz.
El
mayor logro institucional de interés general de la Conferencia de Señoras de
San Vicente de Paul de Brandsen fue la instalación y construcción del
edificio del Asilo de Ancianos que según Agustín Sosa Coronel (h)
“…durante mucho tiempo se denominó “Hospital de ancianos” …” y servía
para alojar a gente desamparada, en especial ancianos. Las damas vicentinas
lograron adquirir el terreno y edificar un gran edificio para estos fines.
Desde 1892 ubicado en la esquina de Las Heras y Paso. El edificio llegaba a
ocupar el terreno donde hoy se encuentra el semanario Tribuna. Antes de 1930
fue cerrado y la propiedad fue alquilada para residencia.
Sociedades
españolas de Brandsen
A
fines del siglo XIX La comunidad española de Brandsen estaba representada por
dos entidades, la “Sociedad Española de Socorros Mutuos de Brandsen” y
la “Unión Española de Socorros Mutuos”, estas resuelven unificar ambas
en una, para lo cual convocaron para el 15 de febrero de 1903 a sus
masas societarias a que una asamblea decida y elija a las autoridades de la
entidad que surgiera.
Por
unanimidad los asambleístas dejaron constituida la “Sociedad Española de
Socorros Mutuos Unión de Brandsen” y escogieron sus primeras autoridades,
como presidente fue designado, Manuel Romero Alfonsín, como
vicepresidente Francisco Irigoyen, como secretario Antonio Torres Gaspar, como
prosecretario Luis Bigot, como tesorero Enrique Augusto, y como protesorero
Manuel Fernández.
Mientras
comienza la recaudación de dinero para obtener la sede social, la entidad
obtiene el primer logro, la asistencia médica con tarifa propia para los
socios, para lo cual acordaron con Ramón Segade e Ignacio Iriarte, los médicos
del pueblo, el pago de 1 peso por honorarios en consultorio a los asociados con
enfermedades agudas, 2 pesos en domicilio, adicionando 1 peso por cada legua de
traslado.
ceremonia
para la colocación de la piedra fundamental, sería el 9 de septiembre de 1906.
Fue designado padrino el Dr. Avelino Gutiérrez, médico del Hospital Español de
Buenos Aires y presidente de la Sociedad Española de Buenos Aires, y madrina a
su esposa.
A
partir del año 1920, los vecinos de los poblados fuera de los grandes centros,
agremiados en mutuales, sociedades de fomento, bomberos, asociaciones civiles o
comisiones especiales son los que dotan a sus comunidades de los primeros
centros de salud, a los cuales el Estado estimula a crear, en parte subsidia y
se encarga de sostener.
En
Brandsen la situación sanitaria en la década del ’20 estaba atendida por el
municipio y las entidades de las colectividades italiana y española. A
principio de la década la futura ciudad, salía de una epidemia de gripe y sufre
la de fiebre tifoidea, la que permaneció hasta mediados del período. El
intendente resuelve suspender romerías, carreras de caballos y clausura la
iglesia. Tratado el tema por los municipales, proponen la limpieza de los pozos
negros, autorizar al intendente a gestionar el agua corriente, colocar tanques
sépticos cada dos cuadras para tratar las aguas servidas y adquirir un carro
atmosférico para vaciar los pozos.
A 1927 el medico municipal y ex concejal Otto Rottgard, ya no
estaba en el pueblo. Ese año un informe de la Dirección de Higiene de la
provincia informa a la municipalidad que el estado sanitario de la población
era bueno, existiendo entonces solo tres casos de enfermos de fiebre tifoidea.
Apenas cuatro eran los médicos con los que contaba el partido, Alberto Borton,
Emilio Díaz Arano, Isaac Aranibar y Eleodoro Guichuo, los que atendían a una
población aproximada en 9800 almas, discriminadas en 2500 habitantes en la
capital (Brandzen), 1200 en Jeppener, 1100 en Oliden, 800 en Altamirano y otros
800 en Gómez. A los que se sumaban los de los alrededores de las estaciones
ferroviarias Gómez de la Vega, Obligado, Samborombón y el resto del territorio
que eran 3400 habitantes. Los médicos muchas veces debían trasladarse hasta las
casas de los enfermos y también atender gratuitamente muchos casos. Actuaba
como partera Magdalena Giraudi de Fait sumándose desde 1925, Rosa Farías de
Sargiotti, a la que la municipalidad les pagaba honorarios. Las farmacias que
expendían medicamentos eran las de Andrés Juul y Pio Ojea Cabo. En 1927, a
instancias de Manuel Alcuaz, se instala en el pueblo el médico Idelfonso
Alejandro Castañeda. Había, para atención de los “pobres de solemnidad” un médico municipal,
cargo ocupado en distintas épocas, por varios de los que residían en Brandsen. A
pesar de esto, los enfermos, especialmente los pobres, no contaban con un
centro de salud que permitiera no viajar para obtener los medios de diagnosis y
tratamiento más modernos de entonces. Es así que, durante 1925, desde el
ejecutivo municipal comienza a pensarse en organizar la formación de una comisión
para que se proceda a instalar una sala de primeros auxilios en el pueblo de
Brandsen. Ese año se piensa la posibilidad de organizar distintos
entretenimientos para recaudar dinero durante los festejos del cincuentenario
del partido que se realizarían a principio de 1926, iniciando así la
recaudación de dinero para la futura sala.
El 9 de octubre de ese año el intendente Juan Chabagno da el
puntapié inicial firmando el decreto para la conformación de la “Comisión Pro Sala de Primeros Auxilios”, con destacados vecinos.
El 31 de enero de 1927 la Comisión pro sala recibe de la Comisión
de fiestas del cincuentenario, 2.310,13 pesos, todo lo recaudado durante las
celebraciones, con lo que se inicia la recaudación de dinero. El 14 de marzo de
ese año la Sociedad Italiana dona 235,30 pesos, provenientes del 50% de la
recaudación de las romerías que realizó ese año.
Resueltos los municipales y la comisión a instalar la sala,
acuerdan su apertura en una sala de la casa municipal para lo cual sería cedido
el lugar a título precario, adquiriendo la comisión el mobiliario y enseres
necesarios acodes al dinero disponible. La fecha para su inauguración se fijó
para el 12 de febrero del año entrante de 1928 y se haría dentro de una fiesta
popular de seis días, las que fueron denominadas Romerías Populares a
realizarse en el Prado Español, con un acuerdo de dividir en mitades lo
recaudado. Aparentes claudicaciones en el seno de la Comisión obligan a dictar
al intendente, el 20 de diciembre de 1927 un decreto por el cual se reorganiza
la Comisión, quedando integrada por Manuel Alcuaz, Rufino Martínez, Clemente
Jáuregui Lorda, Guillermo Zuccarino y Amaranto Redruello, los que ocho días después
se reúnen y organizan de la siguiente manera: Manuel Alcuaz como presidente,
Clemente Jáuregui Lorda como secretario, Guillermo Zuccarino como tesorero, y
como vocales Rufino Martínez y Amaranto Redruello.
A fin de preparar la inauguración se procede a montar la sala. La
primera adquisición de equipos se realizó a la firma Lutz Ferrando & Cía.,
el 1° de enero de 1928, fue un consultorio médico completo.
Enero fue utilizado para la compra de lo necesario para completar
el consultorio, el que llegaría a ser abierto con talones de recetarios, dos
camas con su respectivo ajuar, sello, un parafinador y una mesita escritorio.
Los dos colchones para las camas fueron donados por Francisco Alcuaz y Sra.
Asimismo se pintaron las paredes y se enceraron los pisos.
Para iniciar las actividades de la sala se acordó que la atención
médica estuviese a cargo del médico Idelfonso Alejandro Castañeda, quien como
mencionáramos, se había instalado en el pueblo el año anterior.
Mientras tanto se preparaba la fiesta de seis noches para su
apertura y la recaudación de dinero a fin de obtener los recursos que
permitiese mejorar la instalación y de ser ello posible, llegar hasta la construcción
del edificio propio. Se contrató a Whitencamp para la instalación de luces
eléctricas en el predio, materiales adquiridos a Pedro Hasperué, y todo lo
necesario para la construcción de los entretenimientos tipo kermesse.
El 12 de febrero de 1928 la sala comenzó a prestar servicios,
quedando fundada. A la noche se inició la fiesta en el Prado Español con salvas
de fuegos artificiales, para lo cual se adquirieron cinco docenas.
Durante las noches siguientes, con el entusiasta concurso de todo
el vecindario, tocaron música la orquesta de Roque Valgolio y la Banda Popular
de Música del maestro Bianchi, hubo sorteos de artículos donados y adquiridos,
y rueda de bombones, Botes, El pato, El chanchito, como “diversiones”. Solo la entrada por
boletería dejó un ingreso de 409,20 pesos.
En ese momento el presidente de la Comisión Pro Sala, Manuel
Alcuaz era diputado provincial por lo cual desde la comisión de presupuesto que
integraba logró la sanción de una ley por la cual la provincia debía invertir
en la construcción hasta 20.000 pesos en el terreno que a ese fin se
adquiriera, por lo cual la comisión había logrado que la Dirección de
Arquitectura provincial elaborara los planos que habían sido aprobados. La
sanción de la ley para la construcción del edificio propio para la sala con
fondos provinciales le acarreo a Alcuaz una negociación sobre los terrenos a
adquirir. Al momento de solicitar el dinero para el edificio de la sala, el
gobierno de la provincia le planteó la necesidad de construir el edificio de la
comisaria de Brandsen, por lo cual se acordó que el gobierno entregaría el
dinero a cambio de que la comisión pro sala adquiriera a su costo el terreno
para construir el de la comisaria. Asimismo, Alcuaz logró la inclusión en el
presupuesto provincial para 1929 de una partida mensual de 300 pesos por subsidio,
que comenzó a percibirse en el mes de mayo de 1929, no cobrándose junio y julio,
pero si los meses restantes.
Durante esos años siguió la recaudación de dinero por “romerías”, eventos y donaciones.
El 29 de diciembre de 1928, Manuel Alcuaz, en su carácter de
presidente de la Comisión Pro sala se dirige al intendente, entonces Domingo
Alcuaz, comunicando y explicando los términos de la compra de un terreno a
Héctor Méndez Chavarría, adjuntando el boleto de compra venta a favor de la
municipalidad y ad referéndum del Concejo. Se trataba de dos lotes, el primero
de 20 metros de fondo al boulevard San Martín por 25,50 de frente y el segundo
de 19 metros de frente al boulevard Sáenz Peña por 30 metros de fondo, ubicados
en la manzana 36, por un valor de 3.000 pesos y que sería la escriturado a
nombre de la municipalidad. Se trata de los terrenos que hoy ocupa la ex Sala
de primeros auxilios de Brandsen, en la esquina de Sáenz Peña y San Martín. Ese
mismo día el intendente redacta el proyecto de ordenanza para que el Concejo
autorice la compra del terreno destinado a la sala de primeros auxilios y el
contrato de compra venta. Para tratar el asunto, el presidente del Concejo Juan
Chabagno convoca a sesión extraordinaria para el 2 de enero de 1929, y en esa
sesión se aprueba la ordenanza autorizando al intendente para adquirir a nombre
de la comuna los terrenos y destinado para construir la sala y recibir los terrenos
de la comisión pro sala. El 14 de septiembre Manuel Alcuaz firma el boleto de
compra venta de otro terreno que adquiere por 850 pesos a nombre de la Comisión
Pro Sala, con las mismas condiciones de los anteriores. Era el terreno
propiedad de Marcial Alonso, al lado de la casa municipal, de 9,50 metros de
frente sobre Sáenz Peña por 30 metros de fondo. Ese mismo día le comunica al
intendente la operación y se redacta la ordenanza respectiva. El tema es
tratado en la sesión ordinaria del día siguiente y es aprobado. Este es el
terreno que actualmente ocupa la Comisaría.
Con todo listo para iniciar la construcción del edificio propio
para la sala, la comisión pro sala no creyó oportuno exigirle al gobierno
provincial el cumplimiento de la ley teniendo en cuenta la difícil situación del
tesoro fiscal.
Mientras en Buenos Aires se producía el golpe de estado al
presidente Yrigoyen, en Brandsen el Concejo Deliberante, trataba desde las
10.30 horas entre otros pocos temas, la compra de una ambulancia. El concejal
Clemente Jáuregui Lorda manifestó que a la sala de primeros se le debía dotar
de una ambulancia automóvil pues carecía de todo medio de locomoción para
transportar los heridos o enfermos. Los concejales se expidieron favorablemente
a excepción del concejal Emilio Pourtau quien manifestó que quería dejar en
completa libertad al Concejo para decidir sobre el asunto, justificando su
retiro del recinto por ser representante de una marca de automóviles. De esta
manera se aprueba la ordenanza en la que se autoriza al presidente de la
comisión de la sala de primeros auxilios a invertir hasta la cantidad de 4.000
pesos para la compra de una ambulancia.
Fue la última sesión del Concejo y la última ordenanza aprobada
del período político que se cerraba.
Brandsen
adelantada al 43
Las trabas al proceso de centralización
administrativa del Departamento Nacional de Higiene argentino, institución de
carácter federal responsable de la política sanitaria, se remontan al momento
mismo de su creación en el año 1880. Uno de los desafíos más grandes del Estado
nacional fue crear, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, un conjunto de
instituciones públicas, relativamente autónomas de la sociedad civil, con
cierto grado de profesionalización de sus funcionarios y de control
centralizado de sus actividades. La resistencia a esta avanzada del Estado
nacional se mostró de innumerables formas, que fueron desde la oposición de los
representantes de las provincias en el Congreso Nacional hasta el quite de
colaboración por parte de las asociaciones de carácter privado a la
intervención social. Lo que nos interesa destacar aquí es que, a pesar de las
intenciones oficiales de centralizar la administración sanitaria, este proceso
demandó cerca de un siglo y comenzó a ver sus primeros resultados a fines de la
década de 1940. En la historia de esta transformación resultan relevantes la
profesionalización y la legitimación de los saberes médicos, la incorporación
de distintos grupos de galenos −asociados directamente al poder político o
identificados entre sí por su filiación a determinadas asociaciones o cohortes
universitarias− a la burocracia estatal, los cambios producidos en torno a la
medicina y a la salud pública, el avance de la “cuestión social” como motor
para la intervención social del Estado, la influencia de los ejemplos de
políticas y organización administrativa de otros países y las prescripciones de
los organismos internacionales o de los acuerdos llevados a cabo en congresos
académicos.
El régimen federal, establecido por la Constitución
Nacional, les otorgaba a las provincias total autonomía respecto de sus
intervenciones sanitarias y dejaba con un margen de discusión muy alto por
parte de estas la acción de regulación y coordinación de un organismo central.
Esta situación se trasladaba, además, a los municipios, fundamentalmente a
aquellos con muchos recursos o que competían jurisdiccionalmente con el
Departamento Nacional de Higiene como, por ejemplo, la ciudad de Buenos Aires
con su Dirección de la Asistencia Pública, ungida de funciones sanitarias. Esta
situación daba como resultado la constante superposición de atribuciones y una
indefinición de jerarquías de las distintas reparticiones sanitarias de
carácter nacional y local. Además, los contextos de brotes epidémicos ponían
aún más en evidencia la imposibilidad de llevar a cabo un plan mancomunado de
las distintas jurisdicciones para resolver urgentes problemas sanitarios sin
mediar el conflicto.
Las instituciones benéficas ocupaban un lugar
relevante en el terreno sanitario nacional y eran consideradas un escollo a los
proyectos de centralización. El prestigio y la trayectoria de sus directivos
hacían muy difícil todo cuestionamiento a su obra y los intentos de
subordinarlos a las orientaciones de una repartición estatal a pesar de que el
Estado interpretaba como una invasión a su jurisdicción el accionar de
organismos de la esfera privada en la provisión de servicios de salud, su falta
de recursos materiales y técnicos para hacerles frente lo obligaba a aceptar
las prestaciones de estas instituciones.
El
sistema de salud en nuestro distrito ya estaba instalado a las maneras que se impondrían
desde 1943 en la Argentina con la toma del poder ejecutada por el GOU. A nivel
nacional la salud pública entrará en ese nuevo cause que quiere imponerse.
En el marco de las transformaciones políticas y
administrativas impuestas, el Departamento Nacional de Higiene atravesó un
conjunto de transformaciones. El 21 de octubre de 1943 fue convertido en
Dirección Nacional de Salud Pública y Asistencia Social bajo la tutela del
Ministerio del Interior. El Decreto 12.311, que le otorgó marco normativo al
cambio operado dentro de la repartición, satisfizo una larga demanda
proveniente de los círculos médicos vinculados al diseño y a la puesta en
práctica de políticas de higiene, que había sido enunciada en innumerables
congresos nacionales e internacionales. El decreto apuntaba a la coordinación
entre los servicios sanitarios y los asistenciales, a la supresión del subsidio
estatal a las instituciones particulares y a la combinación eficiente de los
recursos y de las acciones de las reparticiones provinciales y nacionales. Para
cumplir con estos propósitos, se dotó al poder central de ciertos arreglos
institucionales para intervenir en todo el territorio. No obstante, esta
ambición centralizadora duró tan sólo diez meses. El 16 de agosto de 1944, por
Decreto 21.901, se produjo una nueva división, según la cual la Dirección
Nacional de Salud Pública entendió en lo sucesivo sólo en lo relativo a la
asistencia hospitalaria, la sanidad y la higiene, y dejó a un lado sus
funciones de asistencia social.
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